Muy pocas palabras encierran tantos contenidos y diversidad de significados como la expresión “turismo” . Una “riqueza” en su práctica, reconocida internacionalmente, que en nuestro mundo civilizado ha sido factor determinante en el desarrollo económico, cultural , político y social. A través de los años, he decidido interpretar el “turismo”, según “su uso”. En primer lugar, como un buen negocio internacional, al producirse en sus transacciones una venta de servicios a cambio de una entrada de divisas. Con el tiempo, factores como la masificación y la popularidad lo han convertido en industria turística. Aun persistiendo los condicionantes básicos de compra-venta, los valores y factores humanos han transformado el término “cliente”, convirtiéndolo en el de “consumidor”, habiéndose cambiado los conceptos de acogida, servicio emocional, vocacional, empatía , alegría y entrega por y para la satisfacción del cliente, por los de “expendedor “ y “consumidor”. En la actualidad, un turismo inadecuado, por malentendido y peor promocionado, está provocando problemas de convivencia por falta de previsiones; e inciden en la ineficacia de servicios generales, carestía de vida, inseguridad, etc. Cabe preguntarse si ciertos segmentos del mercado turístico que están fuera de su hábitat natural no nos producen mas “gastos” que ingresos… Pero sobre todo, ¿cómo lo hemos permitido? Y ¿por qué no rectificamos?
A la venta aquí.