Con la novela Sueños Adúlteros, la autora ha tratado de lanzar un mensaje claro a todas las mujeres del mundo: el adulterio no es feudo exclusivo del género masculino. Ellas también sienten la necesidad de buscar fuera del matrimonio lo que han perdido: la pasión. Cometer adulterio les brinda la posibilidad de aumentar la autoestima, sintiéndose deseadas por otros hombres, que les hace revivir lo ya olvidado de sus aburridos matrimonios.
Las razones por las que una mujer busca relaciones extraconyugales son varias, aunque constantes a lo largo de la historia: necesidad de sensaciones nuevas, enamoramiento, falta de pasión. La narración no lineal de la vida de las dos mujeres protagonistas de la novela, nos llevará a comprender las causas del adulterio en cada una de ellas.
Carlota, la protagonista, abogada de profesión y con tres hijos, está enganchada a una relación tóxica con su marido, que la está destruyendo psíquica y físicamente. Incapaz de romper el matrimonio, tanto por el estigma moral que arrastra (su familia pertenece al Opus Dei), como por el síndrome de dependencia emocional que padece, se entrega al adulterio irracionalmente, viviendo cuanta pasión se cruza en su camino, sin medir las consecuencias en su estabilidad mental. Estas relaciones extraconyugales, aunque no resuelven el problema que ella misma tiene y del que no es consciente, su deseo de pertenecer a alguien, le aportan satisfacción.
La búsqueda continua de la necesidad de afecto, la conduce hacia el abismo emocional. Claudine, más estable psicológicamente, y con otras vivencias personales, no expone más de lo necesario en sus aventuras. Sopesa todas las contingencias, y controla los factores que puedan conducirle a la destrucción.