Infinidad de individuos anónimos pululan a diario por todos lados. Héroes de historias singulares, cotidianas, tan asombrosas a menudo. Tipos que pasan desapercibidos, sin reconocimiento alguno. Tal es el caso de Santiago y Hugo, personajes destacados en el par de relatos que nos ocupan. Uno, prejubilado a la fuerza , entrado en la cincuentena, incapaz de asimilar su actual situación, quien adora a su única hermana y odia a muerte al cuñado, y quien, además, jamás logró comprender a su esposa, demasiado ensimismada en sus mundos ocultos y misterios. El otro, empleado público, de edad similar al anterior, amante y devoto de la Música, el único aliciente en su insulsa vida, trastocada ahora tras el descubrimiento de un extraño e inusual anuncio publicado en la prensa diaria, donde una chica veinteañera precisa localizar a un joven desconocido de ojos claros, con el que coincidió una mañana en un vagón cualquiera del Metro.